Sesión con el café
Hay lluvia, hace frío, no tengo pendientes urgentes y tengo un muy buen libro a la mano y en la mesa una taza del mejor café brasileño que he probado.
O sea, todo está perfecto.
Desde hace mucho quería un día así, un día que pudiera dedicar enteramente a mí y a hacer lo que más me gusta hacer. Ni siquiera me importa la gripa que hace que todo se sienta chistoso y no pueda oler mi café.
¿Qué hago entonces sentada frente a la computadora? se preguntarán ustedes mis muy curiosos lectores (sí, ambos).
No puedo decidir entre ver el Padrino I por millonésima vez o leer un excelente libro, también por millonésima vez.
Obviamente no puedo hacer las dos, porque no podría ponerle mi completa atención a leer o a ver la película...
Así que escribo.
Y vuelvo a vestir a mi Zwinky. (si, es esa monita que pueden ver a su izquierda y que cambia de ropa y de aspecto según mi humor). Demasiado tiempo libre, ya sé.
Definitivamente creo que voy a leer.
Otra taza de café (Dios, de verdad extraño tener olfato...), una cobijita, mi libro y de fondo An evening with John Petrucci and Jordan Rudess (gracias Cali) o Sessions with Dizzy Gillespie and Miles Davis.
Una oportunidad para andar vestida cómodamente, con los anteojos puestos y una bufanda que no combine, aunque parezca uno de esos pseudo intelectuales que en mi opinión son filósofos de café. No me interesa. Hoy se trata de la yo interior.
Y si en algún momento quiero dejar de leer, simplemente me pongo a escribir.
Hace tanto que no lo hago...
Pero siento que hoy sí podría fluir la creación.
Sin pucheros, ni enojos, ni frustración frente a la pantalla, ni golpes a la tecla de borrar.
Hoy voy a sesionar sola
O sea, todo está perfecto.
Desde hace mucho quería un día así, un día que pudiera dedicar enteramente a mí y a hacer lo que más me gusta hacer. Ni siquiera me importa la gripa que hace que todo se sienta chistoso y no pueda oler mi café.
¿Qué hago entonces sentada frente a la computadora? se preguntarán ustedes mis muy curiosos lectores (sí, ambos).
No puedo decidir entre ver el Padrino I por millonésima vez o leer un excelente libro, también por millonésima vez.
Obviamente no puedo hacer las dos, porque no podría ponerle mi completa atención a leer o a ver la película...
Así que escribo.
Y vuelvo a vestir a mi Zwinky. (si, es esa monita que pueden ver a su izquierda y que cambia de ropa y de aspecto según mi humor). Demasiado tiempo libre, ya sé.
Definitivamente creo que voy a leer.
Otra taza de café (Dios, de verdad extraño tener olfato...), una cobijita, mi libro y de fondo An evening with John Petrucci and Jordan Rudess (gracias Cali) o Sessions with Dizzy Gillespie and Miles Davis.
Una oportunidad para andar vestida cómodamente, con los anteojos puestos y una bufanda que no combine, aunque parezca uno de esos pseudo intelectuales que en mi opinión son filósofos de café. No me interesa. Hoy se trata de la yo interior.
Y si en algún momento quiero dejar de leer, simplemente me pongo a escribir.
Hace tanto que no lo hago...
Pero siento que hoy sí podría fluir la creación.
Sin pucheros, ni enojos, ni frustración frente a la pantalla, ni golpes a la tecla de borrar.
Hoy voy a sesionar sola